Resumen

Desde la Antigüedad hasta nuestros días, el autoconocimiento ha sido entendido a partir de un modelo en particular de reflexividad que se remonta a la descripción aristotélica del tipo de actividad que esencialmente lleva a cabo la divinidad. No obstante, poco se ha advertido que el autoconocimiento que corresponde a dios no es extensivo, por la autorreferencialidad que involucra, a los seres humanos. Por tanto, defenderé la tesis de que, por lo menos dentro del contexto de la filosofía de Aristóteles, es posible hallar otro modelo de autoconocimiento que se ajusta mejor a la naturaleza heterorreferencial de la cognición humana. Para ese fin, comenzaré con algunas consideraciones introductorias sobre las formas de reflexividad envueltas en cada caso. Posteriormente, analizaré los pasajes centrales de Metafísica y De anima en los que Aristóteles caracteriza la clase de intelección que es propia del ente que es objeto de la teología como una sustentada en la relación de identidad, para luego contrastarlos con varias afirmaciones de sus Éticas donde la alteridad es resaltada como la nota distintiva de los actos cognitivos humanos. A partir de ello, concluiré distinguiendo dos sentidos en los que puede entenderse el autoconocimiento en Aristóteles: bien sea como “autoconocimiento intelectivo”, o bien, como “autoconocimiento relacional”.